Este año hubo varias modificaciones al reglamento en alguna de las pruebas, lo que ha redundado en la igualdad entre los competidores y que algún punto resultase muy disputado. Mención especial hemos de hacer a la parte de la vela, con unas condiciones muy cambiantes y un nordés de lo más caprichoso hizo que los resultados permanecieran inciertos hasta los últimos bordos.
Queda demostrado que lo fundamental radica en que cada club gane su disciplina, y después pelear la victoria final por la consecución del mar número de segundos puestos posible. Siempre y cuando no salte la sorpresa, como ocurrió el año pasado al ganar el tenis la competición de golf, o como en esta edición donde el golf se impuso en su terreno y ganó la regata de vela.
Lo más destacado es la alternancia, que como todo en la vida es necesaria, ya que la monotonía lleva al tedio y al aburrimiento y no es el fin que se persigue, como bien apuntó el hombre que le da nombre a la Copa tras su entrega: hemos de tratar de que la competición arraigue y que la gente se vaya involucrado en su organización y potenciación, quien sabe si dentro de unos años podamos disfrutar de un acontecimiento deportivo del máximo interés.
Desde el club de tenis nos quedamos con esa ilusión y pensamiento de Manuel Parga, y sólo nos queda llorar amargamente la derrota y entrenar muy duro todo el invierno para afrontar con las mayores garantías el reto del año que viene.